
Igual que en “España y los negros africanos”, el autor vuelve a poner aquí lo que él llama, “un espejo más grande delante de los africanos para que nos contemplemos, y sobre todo para que contemplemos nuestra suerte actual, así como la que puede esperar a nuestros hijos…” Este “espejo” debía mostrar los dos conceptos de tiempos y espacio que existen entre el hombre blanco occidental, y en le negro africano.
Igual que en “España y los negros africanos”, el autor vuelve a poner aquí lo que él llama, “un espejo más grande delante de los africanos para que nos contemplemos, y sobre todo para que contemplemos nuestra suerte actual, así como la que puede esperar a nuestros hijos…” Este “espejo” debía mostrar los dos conceptos de tiempos y espacio que existen entre el hombre blanco occidental, y en le negro africano. El concepto de tiempo del hombre blanco es puro correr hacia el futuro. Una especie de “pura moda” en todo momento. Corre y destruye todo lo que se le pone por delante sin importarle nada. Lo que es hoy rojo o del color que se le atribuya, debe ser así para todo el mundo, aunque otros lo distingan con otros colores. Pero sólo en ese momento debe prevalecer el color que se le antoja en ese momento el hombre blanco. Cuando un poco más allá, es decir un tiempo después, se le antoja que lo que era rojo ayer, ya es negro, aunque no haya cambiado de color ni de tamaño y, menos de sitio, los demás pueblos deben acatar a la fuerza esa farsa porque sí… Una especie de tiranía disfrazada de conceptos de democracia y de libertad…