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Mam’enying, el libro de las derrotas victoriosas

Un antiguo profesor de bachillerato aludía al “péndulo de la historia” para explicar los constantes vaivenes que sufría, tanto el destino humano, como el de los países, en el concierto del mundo. Los países, los imperios, las civilizaciones brillan y se apagan, suben y se hunden, obedeciendo a imponderables que no nos es dado controlar.
África fue la cuna de la humanidad, el continente que nutrió a Egipto de la sabiduría que después heredamos en Occidente a través de Grecia. Hoy, África, Egipto, Grecia, están en sus horas bajas y son los “bárbaros” del Norte quienes imponen sus leyes a los países que dieron a luz el humanismo. No sabemos quiénes sucederán a los actuales caudillos del mundo, pero sí sabemos que serán otros, que la historia no permanece estática y que los países que humillan, serán humillados, como siempre ha ocurrido.
Cuando Abaga Mikwe, el protagonista de Mam´enging (Cosas de la vida), la última novela de Inongo-vi-Makomé, eche un vistazo a su trayectoria vital, pensará exactamente eso: “El destino es voluble”.
En su primera juventud, Abaga Mikwe —hijo de un poderoso y corrupto alcalde de una ciudad de Camerún, acostumbrado a hacer y a deshacer a su antojo, en los dominios de su progenitor— disfrutó de un sucio bienestar, de un dominio basado en la injusticia. Victoria oscura de la vida. De esas que, dice Inongo, acaban convirtiéndose en derrotas. Pero al protagonista le esperan otras “victorias”, como aprobar los exámenes “comprando” las notas, y emigrar a Alicante para estudiar ingeniería, sin idea de nada pero con un buen coche.
El péndulo de la vida comienza a desplomarse y las derrotas se suceden: pérdida del poder de su padre, desplome de su economía y enfrentamiento contra la vida en un país hostil y sin protección alguna.
Curiosamente son las derrotas las que le hacen prescindir de su máscara y encontrarse consigo mismo y con el amor. Pero el amor trae abierta otra incógnita que Inongo alumbra por primera vez en la literatura hispánica (al menos que yo conozca): el desprecio, el racismo dispensado por los mulatos hacia los “negros”, la discriminación interna entre los portadores de la negritud en distinto grado. O lo que es lo mismo, el triunfo del racismo dentro incluso de las comunidades discriminadas.
Entre los negros norteamericanos surgió hace tiempo una conciencia que les llevó a reivindicar con fuerza su dignidad, a afirmarse como colectivo, a realizar sus propias conquistas. Esto no ha ocurrido aún en la sociedad negra luso-hispánica.
Y en este sentido apunta Mam´enying.

Esta obra, como toda la narrativa de Inongo, se nutre de la tradición literaria africana. Se trata de un intento de explicar lo que ocurre, de resolver los problemas recurriendo a la inspiración, a la palabra transcendente.
En el fondo, estamos ante una literatura con una importantísima función social.
No obstante, Inongo ya no es un escritor típico africano. Su larga inmersión en la literatura occidental lo convierte en un escritor mixto, integrador de la corriente telúrica africana con la idealista occidental. Su mirada es transcontinental, transcultural. Se trata de un escritor-puente capaz de mirar al futuro sin la miopía de los clanes, sin el insensato desprecio de lo occidental por “la barbarie tercermundista”.
Escritor crítico, ácido, pero integrador, sentimental con los suyos, es decir, con todo lo que rezume humanidad, provenga de donde provenga.

A medida que pase el tiempo, la literatura de Inongo irá creciendo, conquistando el lugar que merece. Como siempre, está siendo mucho más reconocido fuera de nuestras fronteras.
José Membrive
Editor

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